El dolor de un parisino en Madrid por el incendio de Notre Dame

Se ha quemado Notre Dame, la pieza madre de la Ciudad Museo. Los que conocen la Ville de Lumière (Ciudad de Luz) llamada París reconocerán que es una Ciudad Museo. Un gran museo surcado por cicatrices de la historia y que muestra en todo su esplendor en sus calles obras de arte de todos los tiempos.

No hace falta nada más que dar un paseo en coche, en “Bateau Mouche”, en bicicleta o andando, de día o de noche, por “les Quais de Seine”, la vía que bordea el río Sena, para encontrarnos con un espectáculo de arquitectura e historia: Puente Bir-Hakeim, Torre Eiffel, Puente Alexandre III, La Concorde, Le Louvre, Museo Orsay, île de la Cité, y la Cathédrale Notre Dame de Paris. Esta vía que, como un largo hilo, cose París de punta a punta, es muy transitada por los parisinos ya que permite cruzar París evitando el caos del periférico y permite disfrutar del “Gran París”.

Me he criado en París hasta mis 33 años y rara era la semana que no pasaba por esta vía de día o de noche. Con mis padres, de pequeño, lo hacía todos los sábados por la tarde para recoger a mi madre a la salida de su trabajo. Trabajaba en las “Galeries Lafayette” debajo de la Torre Montparnasse y siempre pasábamos por la espléndida Notre Dame, impresionante, testigo de la Historia y de mi historia.

Más tarde, ya como un joven estudiante, me pasaba las tardes por el emblemático Barrio Latino junto a Notre Dame, donde nos parábamos a tomar un refresco o un helado bajo su sombra protectora, imponente y majestuosa.

También me acuerdo cuando el 12 de julio de 1998 “Zizou et les bleus” ganaron nuestra primera copa del mundo de fútbol. Disfruté del partido con mis amigos en una tasca justo al lado de Notre Dame, y pareciera que ella amplificaba las celebraciones de los goles de Zizou y de Petit (no tan petit aquel día) y las elevaba al cielo mediante su aguja enhiesta que cosía las nubes.

Rutas turísticas, paseo de los domingos, salidas nocturnas, itinerarios laborales que siempre pasan por Notre Dame…

Esta Gran Señora es más que un monumento: es parte de la vida de los parisinos. Por eso hoy me invade una sensación indescriptible entre dolor, rabia y tristeza, sobre todo tristeza, porque se ha quemado una pieza de mi Gran Museo.