3 junio 2022
Desde Clara Campoamor en la lucha por la igualdad con el derecho universal al voto, pasando por las inventoras que ayudaron a mejorar nuestras vidas, hasta hoy en día, cada vez son más las mujeres que luchan para conseguir el éxito en la creatividad, la labor intelectual y crecer profesionalmente e ir dando pasos en pro de una igualdad, reconocimiento y equilibrio. Sin embargo, ni lo han tenido, ni lo tienen fácil: queda mucho por avanzar.
¿Sabes lo que es el efecto Matilda?
Este fenómeno fue descrito por primera vez por Matilda Joslyn Gage en su ensayo “La mujer como inventora” y se refiere al prejuicio que existe a reconocer los logros de las mujeres científicas, cuyo trabajo se atribuye a sus colegas masculinos.
El término “efecto Matilda” fue acuñado en 1993 por Margaret W, Rossiter, quien es en sí misma un ejemplo de este concepto. Y aunque queramos alegar distintas razones como la discriminación de género, la competitividad, el respeto a las jerarquías o el peso del conocimiento científico establecido, el caso es que a ellas no se les reconocieron sus méritos.
Y es que, a pesar de que las mujeres han ido introduciéndose en el ámbito científico, a muchas de ellas les cuesta ascender a los puestos de responsabilidad más altos, o incluso, alcanzar la máxima representación en las investigaciones científicas.
Aunque en ciertas áreas de la ciencia sí que se ha logrado equiparar la presencia de hombres y mujeres –por ejemplo, en Química, Medicina, Biología o Enfermería, donde ellas son, incluso mayoría–, la ausencia de vocaciones femeninas en las denominadas carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, por sus siglas en inglés) es especialmente preocupante.
La Organización Mundial de la Propiedad Industrial (OMPI) coordina acciones y medidas para garantizar la igualdad de género, también en el campo de las ideas, la innovación y los inventos. Estas medidas incluyen el desglose de los datos de propiedad intelectual por género, un indicador clave del rendimiento de las políticas de igualdad encaminadas a promover la innovación y la creatividad de las mujeres, así como a estimular el desarrollo económico, social y cultural. Para lograr este objetivo, la OMPI ha elaborado un diccionario mundial de nombres de hombres y mujeres que agrupa a un total de 6,2 millones de personas de 182 países, y en el que se puede identificar el género de los inventores, los diseñadores y otros usuarios de propiedad intelectual.
Los resultados indican que existe un desequilibrio de género en las solicitudes PCT, aunque la proporción de mujeres inventoras está mejorando con el tiempo. También se llega a la conclusión de que los índices de participación femenina varían considerablemente entre los diferentes países, así como entre los distintos ámbitos y sectores tecnológicos.
Repasemos algunas de las mujeres que a lo largo de la historia han cambiado nuestras vidas, con o sin patente que justifique sus avances. Desde la mundialmente famosa y homenajeada Marie Curie, a la actriz e inventora Hedy Lamar, son muchas las mujeres que tuvieron que luchar contra los prejuicios de sus épocas mientras cambiaban el mundo como, por ejemplo, Clara Campoamor que, en su lucha por la igualdad consiguió el derecho universal al voto de la mujer.
Inventoras que cambiaron nuestras vidas
La neoyorquina Amanda Jones (1835-1914) desarrolló el proceso de Jones para conservar alimentos en 1872. Ideó un método de envasado al vacío.
La estadounidense Mary Anderson (1862–1954) fue una mujer polifacética recordada por ser la inventora del limpiaparabrisas.
Las cafeteras tipo Melitta reciben su nombre de Melitta Bentz (1873–1950), la alemana que desarrolló el filtro de café en 1908.
La primera doctora en Física por la Universidad de Cambridge, la estadounidense Katharine Burr Blodgett (1898–1979), cosechó ocho invenciones a lo largo de su vida. El más destacado fue el del cristal antirreflectante.
Mientras trabajaba en la empresa química Dupont company, la estadounidense Stephanie Kwolek (1923–2014) descubrió el kevlar (poliparafenileno tereftalamida, por su nombre científico), una fibra de color amarillo cinco veces más resistente que el acero. Kwolek buscaba materiales duros y ligeros para la fabricación de neumáticos, por lo que el primer uso de esta fibra fue para hacer ruedas. Hoy en día tiene más de 200 aplicaciones.
La mecanógrafa estadounidense Bette Nesmith Graham (1924–1980) inventó en 1956 el primer corrector líquido.
Emmy Noether, fue la artífice de un teorema que permitió entender y resolver el problema de la conservación de la energía. Una ley que es clave en la visión actual del universo.
Marthe Gautier sigue luchando porque se reconozca su papel en el descubrimiento de la causa del síndrome de Down. El tanto se lo apuntó Jérôme Lejeune, otro pediatra de su equipo en el Hospital Trousseau de París.
Aunque Rosalind Franklin murió antes de que se entregase el Nobel por el descubrimiento del ADN, también podría haber ganado el de Química por el desarrollo de la cristalografía.
Desequilibrios a la hora de impulsar el emprendimiento innovador y en la inversión
Esta desigualdad se percibe en prácticamente todos los sectores económicos, también en el emprendimiento innovador. En este sector, la brecha de género es una asignatura pendiente, según demuestran los datos. En España, solo el 14% de las personas que han fundado su startup son mujeres, según el “Informe del emprendimiento digital femenino”, del Instituto de las Mujeres, en colaboración con W Startup Community.
Así mismo, en nuestro país solo el 10% de las inversoras business angels son mujeres, según el “V Informe de Business Angels 2020”, elaborado por la Asociación Española de Business Angels. En España, las mujeres solo ocupan el 30% de los puestos de trabajo relacionados con el capital riesgo y capital privado, según el informe de Nina Capital y Level 20 sobre diversidad de género 2021.
Estos porcentajes son inadmisibles. Las mujeres que deciden emprender y las mujeres inversoras tienen que recorrer un camino más complicado que los hombres. El Instituto de las Mujeres señala obstáculos como sufrir mayores dificultades de acceso a financiación para sus proyectos. O también las responsabilidades domésticas y de cuidados, que principalmente siguen recayendo en ellas, lo que provoca que las mujeres dispongan de menos horas para poder desarrollar sus carreras profesionales.
Estos datos son una muestra de la persistencia de la brecha de género en el emprendimiento innovador. No podemos permitir que en un sector transformador para la economía española exista esta desigualdad. La brecha de género en el ecosistema significa que estamos perdiendo talento y la oportunidad de tener más proyectos transformadores: los proyectos liderados por las mujeres. También significa que los productos y servicios que están dando soluciones a los retos del futuro presentan una óptica limitada, pasando por alto a la mitad de la población.
La brecha de género también tiene efectos en dimensiones como la inversión. Según apuntan diversos estudios de la Universidad de Harvard, los inversores prefieren los proyectos liderados por hombres, consiguiendo estos más inversión; cuando la realidad es que las empresas lideradas por mujeres obtienen mejores resultados que las dirigidas por hombres según un estudio de Boston Consulting Group. Otro dato que muestra que las mujeres reciben menos inversión que los hombres es que, en 2020, solo el 2,3% de la financiación de capital riesgo a nivel mundial se utilizó para invertir en startups dirigidas por mujeres, tal y como recoge la plataforma de datos Crunchbase.
Como sociedad, debemos potenciar desde la niñez los nuevos modelos sociales igualitarios que permitan promocionar la igualdad de género. Lo haremos a través de una orientación escolar adecuada y un apoyo familiar básico pudiendo así, continuar avanzando en pro de la igualdad entre mujeres y hombres.
Desde H&A, rendimos un sincero homenaje a todas las mujeres luchadoras.
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