4 mayo 2022
En mayo de 2021 se celebraba por primera vez el Mes Europeo de la Diversidad, #EUdiversitymonth, una iniciativa de la Comisión Europea para promover la diversidad, inclusión e igualdad en el lugar de trabajo. Ahora, en 2022, los esfuerzos continúan en este sentido, pero deben extenderse a nuevos ámbitos laborales que van más allá de los entornos de trabajo que conocíamos hasta ahora.
En el 2020, el trabajo en remoto se impuso en la mayoría de las empresas y ahora muchas tienen a su plantilla en modalidad híbrida, trabajando presencialmente en la oficina y también teletrabajando. Así, ya no resulta para nada extraña la idea de trabajar desde cualquier sitio y, entre esos lugares, entra uno que aún las empresas y las personas están descubriendo y explorando: el metaverso.
No pensemos que solo las grandes empresas tecnológicas como Meta están ya trabajando en el metaverso; y decir “en” significa también “dentro”, con su personal trabajador desarrollando sus labores con las herramientas que ofrece su metaverso. También empresas como IKEA y Toyota ya hacen reuniones a nivel global con sus líderes digitales para explorar las oportunidades corporativas del metaverso. Por consiguiente, considerando el propósito de seguir construyendo equipos de trabajo diversos y entornos laborales inclusivos, a medida que el concepto de metaverso comienza a afianzarse en la sociedad, la necesidad de establecer la diversidad como un principio fundacional se hace fundamental.
Para simplificar, consideremos que el metaverso es un acceso en 3D a Internet. La Web3 es una visión inspiradora para una nueva iteración de Internet. Entonces, ¿por qué construirlo de la misma manera que hicimos con la Web 2.0? ¿Por qué reconstruir jerarquías de exclusión en esta nueva era?
Y aquí no podemos olvidar plantearnos qué medidas se pueden tomar para garantizar que los datos que definen esas identidades y esos negocios se utilicen siempre de forma ética, y procurando eliminar el sesgo (muchas veces inconsciente) introducido a través de los datos e implementar estrategias para proteger a cualquier usuario/a contra la discriminación. Todo esto es necesario también para recuperar la confianza del consumidor una vez más, englobándose en el colectivo de consumidores para el metaverso, como lo es desde hace años Internet, el mundo entero. Y porque es una realidad que el metaverso es un hype, pero también ligado a noticias negativas, entre las que se han difundido casos de acoso y abuso a personas por parte de personas escondidas tras avatares.
El metaverso, como se está promulgando, es un servicio global “como la electricidad” y los datos son “el dinero”. En este contexto, no podemos dejar fuera a ningún porcentaje, por muy pequeño que sea, de la población, porque además hay grupos minoritarios a los que un individuo no pertenece en un momento dado, pero en otro momento de la vida pasa, previsible o imprevisiblemente, a formar parte de ese grupo; por ejemplo, tanto la gente de edad avanzada como los/las adolescentes son colectivos con necesidades muy diferentes, pero ambos potenciales consumidores o usuarios en el metaverso; por otra parte, un sujeto puede sufrir en una etapa una enfermedad o un accidente que le lleve a ser de un grupo social minoritario como es el de la gente con alguna discapacidad. Por tanto, dejar a un tanto por ciento de gente, cuando cualquier persona tiene una probabilidad distinta de cero de estar dentro de ese % en algún momento, fuera de aplicaciones del metaverso que son para el gran consumo (por ejemplo, compras), significa dejar fuera a todo el mundo.
Necesitamos pues empezar definiendo cuándo un sistema de “gran consumo” es inclusivo y cuantificar cuánto de malo es que el sistema no sea inclusivo. Esto implica que tanto empresas como usuarios y organismos administrativos lleguen a un consenso en la definición del término “diversidad”, en lo que ya se está trabajando en empresas como H&A con plataformas de Chárteres de Diversidad y en conjunto con la Comisión Europea, como se explicaba al principio, particularizando a Europa y nuestro sector. Todo el proceso debe ser inclusivo: desde el desarrollo del producto hasta una vez implementado e implantado, fases en las que hay que tener mecanismos de control, evaluación y certificación de resultados sobre la garantía de diversidad en el uso del producto, añadiendo reconocimiento y recompensas a las buenas prácticas de D&I (diversidad e inclusión), tanto en desarrollar como usar el producto, en este caso, todos los que ofrece el metaverso para su uso en el mundo real y en el mundo digital.
Muchos de los productos y servicios que se diseñan ahora mismo solo están diseñados por y para “una mayoría” estándar, pero si no construimos el metaverso con criterios de inclusividad desde el diseño, excluimos a cada vez más personas de “la nueva sociedad”. Un metaverso inclusivo beneficia a todos, incluidas las personas de grupos tradicionalmente subrepresentados, pero la inclusión en el metaverso, al igual que con cualquier tecnología transformadora, es una pregunta difícil sin respuestas fáciles, porque llevará un tiempo que todo se unifique, e incluso, cuando el metaverso esté realmente contraído, seguirá evolucionando con el tiempo.
Lo primero pues es hacer las preguntas correctas sobre cómo debe ser la inclusión en las experiencias inmersivas. Un ejemplo es el de Meta, que ha invertido en dos años unos 50 millones de dólares en asociaciones de EE. UU. que protegen los derechos civiles, organizaciones sin fines de lucro, instituciones académicas y otras organizaciones a nivel mundial para explorar problemas relacionados con el metaverso desde diferentes perspectivas. Y a través de una asociación con la Universidad de Howard, los investigadores están analizando las barreras históricas con las que lidia la diversidad en las aplicaciones de las tecnologías de la información y comunicaciones (TIC) para compartir recomendaciones que pueden ayudar a eliminarlas en el diseño de un metaverso único.
En ese diseño del metaverso, como se ha indicado anteriormente, los diversos grupos de personas no solo deben participar en el metaverso como consumidores; sino que deben formarse equipos diversos también para su arquitectura y construcción global. Para que eso suceda, surge la inminente necesidad de aumentar la diversidad de personas que trabajan en la industria de la tecnología, particularmente en áreas como la inteligencia artificial (IA), los juegos, la realidad virtual (VR) y la realidad aumentada (AR). Así, por ejemplo, en Madrid, Meta y Telefónica se han unido este año para crear un centro de innovación que promete ser un “hub” de talento diverso.
Que empresas como Meta trabajen pensando en un futuro donde tendremos la oportunidad de ayudar a construir el metaverso con diversidad, equidad e inclusión (DEI) desde su inicio, plantea una responsabilidad enorme a escala global que no podemos dejar de afrontar a fin de no repetir errores. Por ejemplo, para las personas que hablan o leen idiomas como el inglés y el alemán, Internet ofrece infinitas posibilidades y las herramientas de traducción actuales suelen utilizar el inglés como intermediario al traducir entre dos idiomas diferentes. Pero así, muchas personas que solo hablan una lengua no dominante quedan excluidas. Por eso es tan importante utilizar nuevas tecnologías para romper las barreras del idioma, porque en el metaverso las personas querrán sentirse más conectadas con los demás y llegar de inmediato a miles de millones de personas en todo el mundo, independientemente de su idioma.
No solo se trata de romper barreras culturales y sociales, también tecnológicas. El acceso y la participación en el metaverso no puede depender de tener un hardware específico, sino que debería proveerse muchos puntos de entrada a través de los cuales las personas puedan participar utilizando cualquier dispositivo, incluidos sus teléfonos móviles. La industria está trabajando en que los dispositivos de realidad virtual y realidad aumentada sean lo más asequibles posible y adaptables a las personas. Y puesto que las representaciones digitales en el metaverso deben reflejar la diversidad de las personas del mundo real, el diseño de los avatares (en cualquier plataforma) debe recoger esa diversidad: incluir nuevas formas faciales y de expresión corporal, dispositivos de asistencia como implantes cocleares, audífonos que se coloquen sobre las orejas y sillas de ruedas para personas con discapacidades. Además, la apariencia en el metaverso también tiene que ver con la voz, el sonido y otras formas en que nos expresamos.
En conclusión, no solo hay que escuchar la voz de profesionales del software, la ingeniería y las telecomunicaciones, sino también a otros sectores expertos en relaciones humanas a lo largo de la Historia, como se cuenta en esta entrevista Anthropologist Lisa Messeri on the ‘metaverse’ and other digital worlds | YaleNews
No solo las empresas tecnológicas tienen mucho que decir, también las personas de todos los campos artísticos están contribuyendo a que el metaverso sea una representación inclusiva de las personas y sus interrelaciones comerciales o no, porque el Arte ha entrado ocupando un importante lugar ligado a otro concepto muy de moda: el del NFT (Non Fungible Token). Sin embargo, un estudio reciente revela que el 16% de artistas de NFT son mujeres y solo el 5% ha recibido beneficios de esta industria que se sabe multimillonaria. Cerrando el foco aún más, se comprueba que la falta de mujeres que se benefician de la ventaja financiera de las criptomonedas afecta desproporcionadamente a las mujeres negras, quienes representan solo el 4% de los cripto-inversionistas en todo el mundo, aunque, por otro lado, las mujeres y las personas de las comunidades negras y latinas son más propensas a gastar en criptomonedas. Es decir, un grupo con mayor probabilidad de estar interesado en invertir en una moneda a la vez es el que recibe una distribución inequitativa de la riqueza resultante.
Aquí es donde entran de nuevo los sesgos, a los que hay que aplicar más atención (y más inversión) en el diseño de los productos y servicios virtuales. Y aunque pueda parecer una utopía, se hace necesario una categorización de la diversidad de cualquier sociedad humana que sirva de guía en el diseño de soluciones y que se retroalimente para refinar cada vez más esa clasificación y ajustar el modelo con las experiencias de las personas.
Mientras ese refinamiento de las soluciones se produce, la actuación de las personas ya en los metaversos existentes es clave. Por ejemplo, Michaela Ternasky-Holland es una periodista que emplea las tecnologías de metaverso para realizar narraciones de realidad extendida (XR). Michaela usa la tecnología inmersiva para colaborar con personas de todos los orígenes contando historias socialmente impactantes de una manera auténtica: contar cómo los inmigrantes cruzan la frontera de México a los Estados Unidos en un escenario donde se puede sentir la arena entre los dedos de los pies y el viento del helicóptero que vuela sobre el/la espectadora en la recogida de inmigrantes, genera una conexión verdadera con las historias de los refugiados.
Otra iniciativa muy diferente pero con el mismo propósito de la inclusión es la del proyecto NFP (“Non-Fungible People”) que cuenta con un equipo de desarrolladores y artistas centrados en mujeres y personas no-binarias que contribuyen a un metaverso multigénero. Un porcentaje de las ventas de NFTs del proyecto NFP se destina a organizaciones benéficas que se centran en la representación femenina en la tecnología.
Aunque la mayoría de los inversores en metaverso y NFTs son hombres, toda la humanidad está viviendo este desarrollo tecnológico en directo y cada vez una mayor parte pasa más tiempo conectada, por lo que la implicación de la (aproximadamente) mitad de la población (las mujeres) y su opinión debe ser tenida en cuenta desde esta etapa inicial en la que nos encontramos. La digitalización implica que estamos generando una cantidad inmensa de datos y hasta el punto de que estos datos nos pueden llegar a definir mucho mejor de lo que lo haríamos nosotros mismos, proporcionando así una identidad digital, 100% objetiva y eliminando cualquier tipo de sesgo o prejuicio por género, raza, edad o creencia que existe en el “mundo físico”. Esa es la teoría y para ponerla en práctica hay que rechazar la tendencia humana a replicar la realidad como es. Representarnos en nuestros avatares como somos, aunque más guapos, puede parecer una broma, pero provoca un problema real que hay que batir.
En la realidad, están surgiendo diferencias en los precios de los avatares digitales dependiendo de la raza, el género y el color de la piel del avatar que elijamos. Los avatares femeninos y de piel oscura llamados Meebits, que viven en la “blockchain” (cadena de bloques) Ethereum, parecen tener menos demanda que los hombres blancos. Las listas de Meebits muestran que la mayoría de los personajes de menor precio a la venta en OpenSea, un mercado de activos digitales, están diseñados para parecerse a los negros y las “criptopunks” femeninas tienden a comerciar por debajo de los avatares masculinos, según el estudio que recoge The Metaverse Has a Diversity Problem: Even in the Metaverse, Not All Identities Are Created Equal (finurah.com)
Tal vez haya que seguir el ejemplo de los niños, quienes no tienen problema con la verosimilitud de sus avatares y les encanta ser un rinoceronte o un unicornio en el mundo virtual.
Ver “el lado bueno de las cosas” ayudará a evolucionar en el metaverso y no volver a caer en la misma piedra, como ya ocurrió en lo que podemos considerar el antecedente puesto en práctica del metaverso: “Second Life”. Wagner James Au, que en 2003 entró como desarrollador de “Second Life” explica en esta entrevista los problemas de acoso y discriminación racial y por género que ya se dieron en ese entorno del reciente pasado, y comenta cómo ahora ve situaciones similares con la invasión de Rusia a Ucrania, ya que los creadores de contenido ruso en “Second Life” promocionaban a los ucranianos, en un gesto de apoyo al pueblo ucraniano y no al gobierno ruso, lo que demuestra que las relaciones en el mundo real no tienen por qué ser las mismas que en el virtual.
El mundo y las herramientas que ofrece el metaverso están a tiempo de ser utilizadas de una mejor forma. Si vemos las diferencias entre la “Metaverse Fashion Week” que tuvo lugar el pasado marzo del 2022 y las Fashion Week tradicionales, lo primero es que las semanas de moda hasta ahora solo permitían invitados “especiales”, pero la Metaverse Fashion Week fue totalmente gratuita (como Internet) y abierta para todos los usuarios del metaverso. La idea era hacer este evento de moda lo más accesible a cualquier persona, frente a los desfiles de moda tradicionales que casi siempre son únicamente por invitación y son demasiado restrictivos para la persona promedio. Aun así, acceder a la Metaverse Fashion Week implicaba iniciar sesión en la plataforma Decentraland.
Las empresas deben entender que ser inclusivo es más que ser accesible: el servicio/producto debe adaptarse al usuario y no al revés (eso es ser normalizante), para permitir a cualquier usuario ser parte del grupo de usuarios, y debe ser ergonómico, pero referido a ergonomía del conocimiento, porque las herramientas de trabajo del metaverso son del conocimiento (software basado en Inteligencia Artificial y realidades virtuales y aumentadas). Y no puede perderse de vista que las herramientas del conocimiento no deben dejarse solas, sino que un humano (y considerar la diversidad de humanos) tiene que estar siempre presente en cada etapa que valide la herramienta.
Todo esto obviamente implica más inversión en tiempo y esfuerzo, incuestionablemente necesario, pues como diría Confucio, “los cambios pueden tener lugar despacio. Lo importante es que tengan lugar”.
Además, para impulsar ese esfuerzo en el tiempo, el desarrollo de normas y estándares que garanticen la accesibilidad debe ir parejo a la difusión y el reconocimiento de buenas prácticas, premiando proyectos inclusivos por ejemplo en licitaciones públicas, con más puntuación o poniendo la diversidad e inclusividad como requisitos. Las instituciones van a marchas forzadas para definir un marco normativo en un sector que crece a velocidades de vértigo. Sin embargo, la realidad nos demuestra que esto ha dejado de ser una carrera de fondo para ser un sprint sin pausas, y quien no siga el ritmo perderá la oportunidad de liderar este nuevo entorno.
Por ello, desde H&A continuamos contrayendo puentes para la diversidad, equidad e inclusión de las personas y, particularizando al nuevo entorno de trabajo que aquí hemos tratado, trabajamos al día para resolver todas las cuestiones que a nuestros clientes les puedan ir surgiendo con relación a la revolución del metaverso.
Cualquier consulta a este respecto, puede dirigirse a metaverso@herrero.es
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