27 abril 2023
En marzo de 2017 Nintendo lanzó su última consola de videojuegos: la Nintendo Switch. La Switch es una consola “híbrida” que se puede utilizar como consola de sobremesa al conectarla a un televisor o, alternativamente, puede ser extraída de la base y utilizada como una consola portátil, de forma similar a una tablet, a través de su pantalla táctil. La Switch utiliza dos controladores inalámbricos llamados en conjunto Joy-Con, que incluyen cuatro botones y un joystick direccional, así como sensores para la detección de movimiento.
Los Joy-Con pueden conectarse uno a cada lado de la consola para usarse como consola portátil, conectarse al accesorio Grip proporcionado junto a la consola para usarlos como un mando más tradicional, o ser utilizados individualmente en la mano como el mando de la Nintendo Wii (2006).
A finales de 2022 se habían vendido 122,55 millones de consolas en todo el mundo, convirtiéndola en la tercera consola más vendida de la historia. A su vez, desde el lanzamiento de la consola se han vendido más de 994,30 millones de juegos de Nintendo Switch.
Poco después de que Nintendo Switch saliera al mercado, salió a la luz un problema técnico recurrente con sus mandos comúnmente conocido como “Joy-Con Drift”. El defecto se manifiesta por el hecho de que los personajes del juego o la cámara se mueven sin que el jugador toque siquiera el mando. Esto significa que el jugador no puede controlar el juego de forma precisa y, por tanto, no puede jugar correctamente.
En septiembre de 2019 salió a la venta una nueva versión de la consola, la Nintendo Switch Lite. Sin embargo, a pesar de que el “drift” era ampliamente conocido, este defecto técnico no se vio resuelto en la nueva versión y sigue siendo un problema común.
En enero de 2021 las organizaciones que forman parte de la Oficina Europea de Uniones de Consumidores (OEUC) habían recibido casi 25.000 reclamaciones de consumidores por la Switch en elación con el “drift”.
En julio de 2020, Shuntaro Furukawa, CEO de Nintendo, admitió públicamente la existencia del Joy-Con Drift y pidió disculpas a sus clientes. En un principio, Nintendo afirmó que solo se hacía responsable de las reparaciones gratuitas dentro del periodo de garantía comercial de un año. Para cualquier reparación fuera de este periodo, cobraría a los consumidores 45 euros por reparar uno de los mandos. Además, también cobraría a los consumidores 15 euros en caso de que Nintendo evaluara negativamente la solicitud de reparación de los consumidores. En cambio, un par de mandos nuevos cuesta 70 euros de media.
Esto no cumplía la legislación de la UE, que estipula que se debe ofrecer al consumidor una garantía mínima de 2 años (garantía legal) como protección frente a productos defectuosos o que no tengan el aspecto o funcionen como se anuncian. En algunos países la legislación nacional puede exigir garantías más largas, por ejemplo, en España este plazo se aumentó recientemente hasta los 3 años.
A raíz de una alerta de la OEUC, la Comisión Europea y las autoridades de consumo de la UE (Red de Cooperación para la Protección de los Consumidores) se pusieron en contacto con Nintendo para tratar de resolver este problema recurrente que provocaba una obsolescencia prematura de los mandos. Como resultado de la acción de la Comisión, Nintendo ha aceptado ofrecer a todos los consumidores del Espacio Económico Europeo (EEE) el derecho a la reparación de los mandos afectados de forma gratuita ofrecer e indicar claramente que los centros de reparación de Nintendo arreglarán los Joy-Con defectuosos sin coste alguno, independientemente de que el problema se haya producido por un defecto o por el desgaste y no solo si la garantía comercial de Nintendo ha expirado, sino incluso fuera del plazo de garantía legal.
Este acuerdo se enmarca en la propuesta normativa sobre el derecho a la reparación, adoptada el pasado 22 de marzo por la Comisión. Según la Comisión, esta propuesta “hará que sea más fácil y rentable para los consumidores reparar los bienes en lugar de sustituirlos”. Las nuevas normas buscan garantizar que se reparen más productos dentro de la garantía legal y que los consumidores dispongan de opciones más sencillas y baratas para reparar los productos técnicamente reparables (por ejemplo, las pantallas electrónicas) cuando la garantía legal haya expirado o cuando el aparato ya no funcione debido al desgaste.
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