8 febrero 2018
En un mundo donde la tecnología avanza a pasos agigantados, es muy posible que el sentimiento de no saber entender qué posición ocupamos dentro del ecosistema virtual nos haga cometer errores de difícil comprensión.
Esto es en definitiva lo que podemos sacar como conclusión después de que la app deportiva Strava identificara bases militares que incluso habían sido anuladas de satélites públicos.
Y es que, puede resultar algo humillante para un ejército que maneja un presupuesto superior a los 50.000 millones de dólares, que la seguridad de sus instalaciones no se haya visto comprometida por ataques de Corea del Norte, Rusia o China, sino simplemente por la vanagloria de sus propios soldados a la hora de compartir sus hazañas deportivas.
Sería algo simplista quedarnos en una caza de brujas de si es más culpable la app y su débil política de protección de datos o del desconocimiento de los usuarios que aceptamos a ciegas todos los avisos de privacidad que nos muestran al instalarnos cualquier aplicación.
Vivimos una generación que entremezcla vida real y digital, donde un móvil con una potencia superior a nuestros ordenadores de hace 10 años, se ha convertido en un integrante más de nuestro brazo. Quizá estemos más cerca de vivir un episodio de BlackMirror que de StrangerThings.
Pero la pregunta es, ¿estamos preparados para este salto tecnológico?
Compartimos información, imágenes, música, estados de ánimo e incluso situación laboral con una impulsividad impropia muchas veces de nuestro carácter. La facilidad e inmediatez de estas herramientas hacen que no pensemos con detenimiento donde van a parar nuestros datos ni el uso apropiado o inapropiado que se puede hacer con él.
Si además analizamos que la mayoría de estas aplicaciones son gratuitas, podemos deducir que su valoración económica multimillonaria no puede depender únicamente de la publicidad.
Facebook, Twitter, Instagram, LinkedIn, Strava, Runtastic… ninguna de pago, pero manejando una increíble cantidad de datos que cruzados entre sí resultan demasiado atractivos, por lo que no lo dudes, cuando algo en internet es gratuito, el producto eres tú.
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